EL SAPITO Y LA LUNA
— Voy buscando a la luna, — dijo primero a una culebra que tomaba el sol placenteramente.
— ¿Sabes si voy por buen camino?
La culebra pensó por un momento tragarlo de un bocado; pero, le hizo tanta gracia su inocencia que le respondió:
— Vas por buen camino, sigue adelante y con el paso del tiempo la encontrarás.
El sapito muy animado reanudó su camino feliz.
— Estoy buscando a la luna, — dijo más tarde a un águila.
— ¿Sabes si voy por buen camino?
El águila pensó por un momento tragarlo de un solo bocado; pero, le hizo tanta gracia su inocencia que le respondió:
— Sigue tu camino tranquilo, con un poco más tiempo la encontrarás. Ella te saldrá a buscar.
Y así fue preguntando a todos los animales que iba encontrando por el camino hasta que empezó a anochecer.
— Voy buscando a la luna, — dijo a un búho que estaba en la rama de un árbol
— ¿Sabes si voy por buen camino?
El búho sonrió al ver al pequeño sapito.
— Sigue tu camino. Enseguida saldrá a buscarte.
El sapito muy animado reanudó su camino feliz.
— Voy buscando a la luna, — dijo después a unas juguetonas luciérnagas.
— ¿Sabéis si voy por buen camino?
Las luciérnagas le contestaron muy divertidas.
Cuando nosotras dejemos de lucir, mira al cielo. Ella saldrá en un momento.
En unos segundos las lucecitas empezaron a apagarse y se quedó en completa oscuridad.
Entonces sapito miró al cielo y exclamó:
—¡Ohhhhhhhhh!
La luna lucía en el cielo resplandeciente y, sapito se quedó sin palabras porque, aunque había oído hablar de su belleza, jamás la hubiera imaginado tan hermosa.
FIN
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